PLOTINO ESTE Y OESTE
PLOTINO
Nacido en Licópolis (205-270 ) D-.C. Creador del
Neoplatonismo
El acercamiento al
estoicismo
A los tres períodos e que tradicionalmente se divide la
academia posplatónica algunos estudioso añaden un acuarto, la Academia novísima.
El escolarca que asumió la dirección de la escuela a finales del siglo II a.J.
Filón partió de una posición muy cercana a la de Carnéades. Desde de su punto
de vista, lo “plausible en Carnéades representa, en el fondo, la asunción de
una verdad que está lejos del escepticismo: aunque no hay forma de demostrar
por qué una acción es considerada más
adecuada que otra, esta convicción íntima reviste la forma de una seguridad
intuitiva que no se diferencia demasiado de la mirada estoica sobre la
naturaleza o sobre la moralidad humanas.
Su acercamiento al estoicismo consolida definitivamente el
eclecticismo ( o combinación de distintas teorías filosóficas) que es
platonismo necesitaba para avanzar hacia el neoplatonismo.
Esto significa prácticamente que desde la muerte de Platón
hasta el momento del cierre de la Academia en el siglo I a.C. la escuela había
asimilado postulados pitagóricos, escépticos, estoicos y aristotélicos. En el
propio Plotino es posible encontrar estas tendencias, que él armonizó
magistralmente para dar lugar a lo que comúnmente ha dado en llamarse
“neoplatonismo”.
LA BÚSQUEDA DE UN
PRINCIPIO
Esta forma de preguntarse acerca del mundo dio lugar a un
intento pertinaz y reiterado durante siglos de determinar qué tipo de cosa, sin
ser cosa alguna, podía subyacer en el fondo de toda realidad, que tipo de cosa
podía ser considerada aquello que todas las cosas tienen en común y,
precisamente por tenerla en común, pueden ser consideradas cosas. Tales de
Mileto el primero en el siglo VI a.C. dieron a este elemento subyacente el
nombre de arché, es decir “principio”. “Principio”, por tanto es un
término que puede ser utilizado como una expresión temporal que indica el
inicio de algo, pero también como una propiedad estructural, constituyente,
esencial, de algo.
La unidad en la
multiplicidad
Que el pensamiento de Plotino constituye una síntesis magistral
de elementos de procedencias a menudo lejanas e inadvertidas lo demuestra el
que sea perfectamente plausible una lectura en paralelo de sus ideas y de las de
Anaximandro en cuanto a la relación que debe establecerse entre lo uno, lo primero ,lo
primordial ( el Uno para el primero; el apeiron
para el segundo) En el único fragmento que se ha conservado de Anaximandro, y
que puede considerarse la primera sentencia filosófica de la historia del
pensamiento occidental, se puede leer: “ De donde las cosas tienen su origen,
hacia allí deben sucumbir también según la necesidad”.
Entre el materialismo
y el dualismo
La relación entre la materia y lo inteligible es uno de los
problemas fundamentales del neoplatonismo
El materialismo logró hacerse un espacio propio frente a
escuelas como la platónica, la aristotélica o la estoica. El materialismo
atomista no sólo consiguió resistir, sino que, ya en
Época helenística resurgió de la mano de Epicuro con tal
fuerza que su sombra se proyectó incluso en un ámbito ya plenamente romano.
En la Vidas y
opiniones de los filósofos más ilustres, una obra fundamental para
acercarse a los pensadores griegos antiguos que su autor, Diógenes Laercio,
escribió exactamente en tiempos de Plotino. Se reserva a Epicuro más espacio
que a cualquier otro pensador anterior. A este respecto, escribía Plotino en Enéadas (II,9,13):
Quien se lamenta de la
naturaleza del mundo no sabe lo que hace y hasta dónde llega su osadía. Lo que
sucede es que desconoce el orden continuado de las cosas, de las primeras a las
segundas, después a las terceras, y así hasta las últimas y no sabe que no es
preciso insultar a unos seres porque sean inferiores a los primeros. En cambio,
hay que aceptar con dulzura la naturaleza de todos los seres.
Plotino, pues, transitó el frágil camino del medio entre el
materialismo y el dualismo gnóstico a partir de la magistral combinación entre
un razonamiento de origen platónico y una doble metáfora basada en los mitos
clásicos de Narciso o de Ulises.
Virtud , libertad, felicidad
Si el filósofo, por tanto es sabio, está lleno de coraje,
sabe ejercer el autocontrol y es justo podrá tomar en su vida diaria las
decisiones más acertadas, no solo para favorecer su tranquilidad de ánimo, que
le conllevará felicidad, sino también para tratar a los demás como es debido. No
elige entre distintas “posibilidades”, sino que actúa, simplemente, como sabe
que se debe actuar.
Lee en las Enéadas
(I,2,3):
No nos equivocaríamos
si llamásemos este estado del alma “parecido a Dios”, en el que su actividad es
intelectual y está libre de esta manera de las afecciones del cuerpo. Porque lo
divino es también puro, y su actividad es de tal tipo que aquello que le imita
adquiere sabiduría.
Para Plotino, ninguno de estos elementos imprevisibles puede
tener fuerza suficiente porque, en el fondo, no son imprescindible. Más bien
responden a una lógica preestablecida. El sabio no debe de luchar contra ellos
sino conocerlos, aceptarlos y, sobre todo, darle su importancia justa, pues
casi siempre afectan estrictamente a la vida sensorial.
Como escribió en las Enéadas
(I,2): “ Conviene, por tanto, después de haber purificado el alma unirla a Dios.
Sin embargo, para unirla a Dios es necesario volverla hacia él. Esta conversión
no empieza a tener lugar después de la purificación; es su mismo resultado”.
CRITICA AL CANON DE
BELLEZA
Tal y como se ha visto al exponer la metafísica plotiniana,
la simplicidad ( es decir, la falta de partes) es uno de los rasgos definitivos
de la perfección que encarna en grado máximo el Uno. Resultaría extraño, pues,
que la belleza tuviese necesidad de esta heterogeneidad para poder ser definida
BELLEZA SENSIBLE, BELLEZA
INTELIGIBLE
“ Es así que los objetos
devienen bellos: por la participación con una razón que les proviene de Dios”.
No solo la belleza no está excluida del ámbito del arte, sino que el hecho de
restar informe teniendo la posibilidad de recibir una forma convierte en feo al
objeto sensible. Cuando Plotino asimila la belleza a una determinada forma,
está poniendo el acento en el carácter universalmente bello de esta forma. Si
verdaderamente la forma confiere belleza en Virtud de una razón divina,
entonces no tendría ningún sentido afirmar que a veces aquella forma es bella y
otras, no. Es decir se puede diferir sobre qué es bello, pero no sobre qué es
lo bello. La disparidad de criterios acerca de los objetos bellos, por tanto,
no representaría una merma del carácter universal de la belleza, sino una
dificultad indisociable de la materia misma. Se impone, pues, la necesidad de
alejar la vista de la materia y dirigirla hacia lo alto para lograr ver la
belleza con claridad.
La belleza como
unidad
Todos somos capaces de admirar la belleza de un cuadro
precisamente porque vemos “un” cuadro, y no un sinfín de pinceladas
sobrepuestas, que , en último término, impedirían ver tanto el cuadro como su
belleza.
Para alcanzar la belleza verdadera se hace necesaria que
quien mira y lo mirado sean una única y misma cosa, aunque probablemente el
verbo “mirar” resulte excesivo al
efecto. Como se lee en las Enéadas
(V,8,31): “Si alguien ve la belleza como
algo diferente de él mismo, aún no está en ella. Pero si se convierte a ella , entonces
está en la belleza más que de ninguna otra manera”.
Para Plotino, reconocer la belleza es un acto de
autoconocimiento profundo, imposible de llevar a cabo que está fuera de uno
mismo. Porque el sujeto de esta inquisición no es el cuerpo, sino el alma. En
esta región de las formas inteligibles, la belleza ya no se manifiesta atada a
un cuerpo, porque de otro modo no habría sido posible ascender hasta lo
inteligible.
Belleza y materia
Pensar que el mundo va a desaparecer es como pensar que los
espejos dejarán un día de reflejar objetos, o que las sombras dejarán de
proyectar figuras, como se lee en las Eneadas
(V,8.12): “ Por este motivo, no tienen razón quienes destruyen y generan el
mundo como si su creador hubiese decidido crearlo en un momento dado, cuando en
realidad, el mundo inteligible, perdura”.
Para Plotino, la realidad no es bella porque alguien la haya
creado bella. Lo es porque participa directamente de la belleza perfecta e
imperecedera. Todo aquel que haya experimentado en algún momento el
arrebatamiento de la belleza ( es decir, todo el mundo) ha podido saborear, ni
que sea por breves momentos, este carácter trascendente de la belleza. Dicho en
otros palabras, ha sabido que lo que veía o escuchaba se situaba más allá de la
simple percepción sensorial.
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